
12 Mar El parvovirus: la enfermedad que pone en peligro a los cachorros
Seguro que habrás oído hablar de la parvovirosis. Esta es, quizá, la enfermedad más temida en cachorros. Puede que no supieras el nombre, exactamente, pero si tienes un cachorro seguro que sabes que tienes que vacunarlo de una grave enfermedad.
Hoy te contamos cuáles son los síntomas, los riesgos y cómo mantener a salvo a tu cachorro.
¿Qué causa la parvovirosis?
La “parvo”, como la conocemos vulgarmente, está provocada por un virus, altamente contagioso y muy resistente en el ambiente. La mala fama de esta enfermedad se debe a su alto índice de mortandad. Los perros afectados necesitan hospitalización y su pronóstico suele ser muy grave.
Afecta principalmente a cachorros. Son más susceptibles entre los 2 y 4 meses de edad, momento en el que los anticuerpos aportados por la madre están disminuyendo, y las defensas propias están empezando a crearse, a partir de las vacunas. Sin embargo, se afectan también cachorros con más edad, de 6 meses y hasta el año de edad. En perros mayores, la enfermedad es leve y puede pasar desapercibida.
¿Cuáles son los síntomas del parvovirus?
Los síntomas típicos son los de una gastroenteritis aguda, en ocasiones hemorrágica. La ausencia de sangre en las heces no descarta la enfermedad, como comúnmente se cree.
Habitualmente, el animal se encuentra deprimido, sin apetito; puede presentar fiebre o no; en ocasiones, hay dolor abdominal. Pueden aparecer salivación excesiva, náuseas o vómitos. También pueden tener heces blandas, que progresan a diarreas líquidas, amarillentas o sanguinolentas. Quizá el signo más llamativo es la depresión y la rápida deshidratación del animal.

¿Cómo se diagnostica el parvovirus?
Una vez que el veterinario ha realizado una exploración física completa y minuciosa, se puede realizar un test en las heces, para determinar si hay eliminación de virus, tanto parvovirus como coronavirus. Éste es un virus que da síntomas similares, aunque suelen ser menos graves.
Hay que interpretar con precaución los resultados. Un resultado positivo en un cachorro que ha recibido alguna dosis de vacuna reciente, puede ser un falso positivo. También puede haber falsos negativos si la enfermedad está avanzada, pues el virus se elimina, sobre todo, al principio de la enfermedad.
Una prueba que ayuda mucho en el diagnóstico es el hemograma, pues el virus afecta a la médula ósea y los ganglios linfáticos y provoca una disminución de defensas muy acusada. La presencia de leucopenias (disminución de glóbulos blancos en la sangre) confirma el diagnóstico, a la vez que tiene un importante factor pronóstico. Cachorros con leucopenias muy marcadas tienen menos probabilidades de supervivencia, al igual que aquellos que tienen baja la albúmina en sangre.
¿Cómo se trata y cuál es su pronóstico?
El tratamiento de esta enfermedad tiene que ser intensivo. Por eso, los cachorros tienen que ser hospitalizados. Los vómitos y las diarreas suelen ser muy frecuentes; pueden pasar días sin comer; se deshidratan rápidamente y son frecuentes las infecciones secundarias, debidas a la inmunodepresión y la rotura de la barrera intestinal, que son la principal causa de muerte.
No hay un tratamiento específico contra el virus. Se han de tratar los síntomas. Son factores claves la administración de suero y medicación intravenosa y la alimentación forzada mediante la colocación de una sonda nasal o esofágica.
En ocasiones, puede haber complicaciones graves, como septicemia o íleo paralítico; o invaginaciones intestinales que requieran cirugía.
¿Cómo podemos prevenir la parvovirosis?
En muchos casos, el cachorro viene incubando la enfermedad desde el criadero y el estrés del viaje y los cambios asociados a la adquisición de la mascota pueden hacer que se desencadenen los síntomas. Es por ello muy importante que pidamos garantía por escrito y factura de compra, en caso de haber comprado el cachorro, y entender bien qué cubre y qué no cubre esta garantía.
Una correcta alimentación y desparasitación y evitar situaciones estresantes, es fundamental para que el cachorro tenga una inmunidad elevada.
La pauta de vacunación se inicia entre las 6-8 semanas de edad. Se revacunan cada 3-4 semanas, hasta las 16 semanas de edad. Y se administra una dosis de recuerdo entre los 9-12 meses de edad. La siguiente revacunación es al año y se seguirá vacunando, de por vida, cada 1-3 años, según el laboratorio utilizado.
Es cierto que durante los paseos se puede contagiar, pero el riesgo no es más alto que si dejamos el cachorro en casa, puesto que nosotros podemos introducir el virus a través de nuestro calzado, nuestras ropas e, incluso, nuestras manos. Aislar al cachorro hasta terminar su pauta de vacunación sólo nos ocasionará más problemas, pues los trastornos relacionados con una falta de socialización serán para toda la vida. Hay que encontrar un equilibrio entre las salidas al exterior para que nuestro cachorro se socialice y la forma de reducir el riesgo de contagio del virus.
Esto hay que estudiarlo de forma individual, por lo que debes consultar con un veterinario especialista que explore a tu cachorro, instaure una correcta pauta de vacunación y establezca un protocolo de socialización.
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