Lo que debes saber acerca de la piómetra

Una patología muy grave y bastante frecuente en perras y gatas no castradas es la piómetra.

La palabra piómetra deriva del griego pyo = pus y metra = matriz o útero. Indica una condición infecciosa del útero en la cual este órgano reproductor femenino acaba llenándose de pus.

Según la fase hormonal de la hembra, el cuello uterino se puede encontrar abierto o cerrado.

En caso de estar abierto, habrá expulsión vaginal de dicha pus, llamándose piómetra abierta.

En otros casos, el cuello uterino se encuentra cerrado y el pus se va quedando acumulado dentro del órgano. En este caso se llama piómetra cerrada y puede pasar desapercibida, pudiendo ocasionar septicemia o peritonitis por rotura del útero.

Pero… ¿cómo y por qué se produce una piómetra?

Para entender cómo se produce esta enfermedad hay que conocer las particularidades del ciclo reproductor de la perra y la gata, muy diferente del de otras especies y, por supuesto, muy diferente del de la mujer.

De forma sencilla, el ciclo se inicia con la fase que conocemos vulgarmente como celo. En esta fase, los ovarios producen una hormona, los estrógenos, que son los responsables de la conducta sexual, la atracción de los machos y la ovulación. En el caso de las perras, la vulva se congestiona y se produce un sangrado vaginal, más o menos copioso y dura unas 3 semanas. En el caso de las gatas es algo diferente, porque son hembras estacionales y no suelen ovular hasta que se produce la monta; lo más importante a destacar es que las gatas no sangran durante el celo y el único flujo vaginal que pueden presentar en esta fase, como mucho, es una escasa cantidad de moco de color transparente.

Cuando los folículos ováricos están maduros, se liberan los óvulos (ovulación) y se producen una especie de “cicatrices”, llamadas cuerpos lúteos, que segregan otra hormona, la progesterona, que es la encargada de desarrollar el endometrio (capa interna del útero) y producir secreciones que ayudan a desarrollar los óvulos fecundados.

En la mayoría de especies, esta hormona se segrega en los ovarios hasta que se produce la implantación de la placenta, momento en el que esta placenta es el órgano encargado de producir la progesterona hasta el parto.

Pero en la perra y la gata, los ovarios siguen produciendo progesterona aunque no estén gestantes, de modo que durante, aproximadamente dos meses, el útero será estimulado y la hembra se comportará como si estuviera preñada. A esta situación se le conoce como pseudogestación.

A los dos meses, los ovarios dejan de producir progesterona y esta caída brusca desencadena el parto, en caso de estar gestante; también provoca que se produzca otra hormona, la prolactina, que es la encargada de desarrollar las mamas, producir la leche y la conducta maternal.

En caso de no estar gestante, estos cambios hormonales se producen también en perras y gatas, ocasionando comportamiento maternal y lactación, igual que si hubieran parido. Esta situación se conoce vulgarmente como “parto psicológico” o pseudolactación, mucho más llamativo en perras que en gatas.

Conociendo este ciclo hormonal puedes apreciar que la perra y la gata son animales preparados biológicamente para la procreación.

Cuando los adoptamos como mascotas, evitamos que tengan camadas en cada uno de sus celos, por motivos obvios. Esto aumenta su esperanza de vida pero ocasiona trastornos en su aparato reproductor que, con bastante frecuencia, acaban en enfermedad, puesto que el endometrio estimulado no se expulsa, como ocurre en la mujer durante la menstruación.

En muchos casos, el útero se encuentra sometido a estimulaciones paradójicas, por la presencia simultánea de estrógenos y progesterona, como ocurre cuando existen quistes ováricos o se administran anticonceptivos.

El endometrio desarrollado sin una gestación es el inicio de la enfermedad: la hiperplasia endometrial quística. Este produce moco y otras secreciones que se van quedando acumuladas dentro del órgano, puesto que este es hueco: hidrómetra, mucómetra o hemómetra, según contenga líquido acuoso, moco o sangre. En el momento en que este material acumulado se infecta por paso de bacterias de la vagina al interior del útero, se transforma en pus y se convierte en una emergencia, la piómetra.

hiperplasia endometrial quística

Tengo una perra/gata. ¿¿Qué debo hacer??

En primer lugar, una perra o gata cuya finalidad no sea la cría comercial debe estar esterilizada. Además, si la castración se realiza antes del segundo o tercer celo, como máximo, se evitan los tumores de mama, patología muy relacionada con los trastornos que nos ocupan en este artículo. Mucho más indicado en gatas en las que el celo dura toda una estación o pueden sufrir ninfomanía (celo permanente) y en las que el 90% de los tumores de mama son malignos.

En segundo lugar, esta enfermedad puede desarrollarse de forma aguda o crónica, pero siempre se presenta después del celo, en la fase de metaestro, la fase en la que hemos hablado antes que se produce la progesterona.

Por tanto, hay que vigilar si tu perra o gata presenta alguno de estos síntomas después de haber tenido el celo:

  • Apatía.
  • Pérdida de apetito.
  • Aumento de la sed.
  • Lamido de la zona vulvar o flujo vaginal, sanguinolento o no, cuando parecía que había terminado el celo.
  • Distensión del abdomen, con o sin dolor.
  • Ojos rojos y molestias provocadas por la luz.

Y si tu perra o gata no presenta signos evidentes de celo no olvides que estas especies no tienen menopausia y con la edad pueden presentar ciclos hormonales que no sean evidentes para los propietarios y pasar desapercibidos.

Una buena costumbre es anotar las fechas de los celos desde que es joven para así poder detectar a tiempo cambios en su ciclo que puede advertir que algo anormal está ocurriendo antes de que se presente la enfermedad como una urgencia.

Si tienes cualquier consulta, no dudes en contactar con nosotros, estaremos encantados de atenderte

Sin comentarios

Sorry, the comment form is closed at this time.